No sabía si hacer esta entrada o no porque tengo tanta pena que la quería guardar para mí, pero creo que mi gato se lo merece. Ayer murió mi gatillo, le digo gatillo aunque tenía trece años, pero era como un niño.
Tengo tantas cosas que recordar de él que me es difícil por donde empezar, lo recogí en Málaga cuando cabía en la palma de mi mano, creíamos que era una gata , de ahí el nombre, cuando lo llevé al veterinario con su cojin rosa, me dio la sorpresa y no me lo podía creer.
Muy travieso, juguetón, bueno y salvaje a la vez que casero.Todavía recuerdo cuando me partí el pie y me seguía a todos lados como un perro, o cuando se perdió la gata y se iba con nosotros a buscarla por todos lados. Era increible.
Cuando Marko nació lo miraba extrañado, con el tiempo se hicieron grandes amigos, mi hijo no hay vez que no llore en el baño, allí estaba él mirando a ver si le pasaba algo, hablando con él y consolándolo.
Siempre nos salía a recibir, reconocía el coche a leguas, era especial.
No se podía hacer una barbacoa sin que estuvieras que estar con mil ojos, o una paella, su especialidad.
A mis vecinos los traía locos, si se olía una gamba, a por ella iba, o un buen sofá era su debilidad.
En fin creo que me voy a secar de tanto llorar, es que no puedo parar, jamás pensé que lo iba a echar así de menos, pero su bondad, su cariño y su nobleza me han desarmado hasta a la hora de morir.
TE QUIERO, TE QUEREMOS PELUSI
